A diferencia de otros pájaros, los colibríes pueden
permanecer en el aire en un punto fijo, e incluso volar hacia atrás. La clave
no está sólo en la velocidad a la que mueven sus alas -unas 50 batidas por
segundo- sino en la fuente de su sustentación; la mayoría de las aves se elevan
en el aire con la fuerza obtenida al batir sus alas hacia abajo, pero el
colibrí sólo se sostiene gracias a ello en un 75%; el 25% restante lo consigue
al batir sus alas hacia arriba.
Esta manera de volar es similar a la de los insectos, que
reparten su sustentación en un 50% con cada batida, y ha sido descubierta
gracias a un reciente experimento que ha observado a los colibríes mientras una
cámara registraba su movimiento tomando 3.300 fotografías por segundo, y
midiendo la dirección y velocidad del flujo de aire originado por su vuelo.
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